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martes, 5 de julio de 2011

Sobre la imagen del yo y sus concepciones. Autores psicoanalistas

TEORÍAS SOBRE EL YO



La imagen    en   el
Espejo


Julio Gutiérrez Tirado 
Índice.

1. Introducción

2. Freud. La imagen del yo a través del ideal en Freud

3. Lacan. El estadío del espejo
           
4. La imagen inconsciente del cuerpo. Françoise Doltó

5.  Ídolos o imágenes “ideales” del yo en nuestra cultura.

Notas

Bibliografía


1. Introducción
           
            En este trabajo, me propongo llevar a cabo una teoría orgánica de las 3 concepciones habidas sobre las imágenes del yo inconscientes. Empezamos por Freud, seguimos con Lacan y terminamos en Doltó. Así, mezclamos, en última instancia, la escalera psicología-medicina-pediatría para llegar al auténtico conocimiento de lo que es el yo en relación con sus funciones erógenas más sensibles para la vida en comunidad y en relación con el otro.
            Doltó deja bien claro por dónde se dirigen las teorías sobre la imagen del yo de Freud y de Lacan, las cuales están situadas posteriormente a su idea del yo inconsciente estructurado en imagen. El espejo va dirigido para el niño al desvelamiento de un otro desconocido y  el complejo de Edipo permite  la modelación de las imágenes personales del individuo en sociedad a partir del complejo de castración y la represión.
            La imagen del individuo, sin embargo, ya está formada a través de las sensaciones erógenas del individuo anales y orales como, por ejemplo, las sensaciones viscerales del tubo digestivo en el niño significando lo  buena que estaba la comida. Pero no está  completamente formada y depende de la orientación sexual, el descubrimiento del otro, que se darán posteriormente con Lacan y Freud.
            A pesar de todos estos desarrollos, la imagen del yo es algo mucho más amplio y abarca factores muy diversos. La sexualidad es uno de ellos más dentro de la cultura, quizás de los más comunes en relación con la imagen, pero la imagen tiene múltiples relaciones con la sociedad, como económicas, artísticas, científicas, técnicas, etc. Se trata de la imagen clásica del psicoanálisis elevando a la sexualidad por encima de todas las demás ciencias o concepciones. Pero aquí vamos a defender una relación del inconsciente y el otro con el amplio campo de la sociedad multicultural, polilibidinoso, es decir, con muchos tipos de libido distintas y no sólo sexuales, además de un comprometimiento del inconsciente y el psicoanálisis en relación con el yo y las masas para hacer  frente a los problemas sociales y desórdenes, sobre todo, económicos para nuestro tiempo.
            La estructura que vamos a llevar a cabo para explicar a los autores desde Freud a Doltó es la de primero hacer un resumen comprensible de lo que exponen cada uno de los 3 psicoanalistas y luego, en un desarrollo teórico más amplio, comentar aspectos relevantes de sus obras analizadas sobre este tema para ver lo que quieren decir. Menos Doltó, todos están analizados completamente por razones de densidad y multiplicidad de ideas en abundancia que brotan de estos grandes autores. Aunque sobre Doltó exponemos datos compresibles para hacer entender lo que decimos. 


2. Freud. La imagen del yo a través del ideal en Freud.
         
            Como no hay una teoría sistemática en Freud como sí la hay en Doltó sobre todo, llevaremos a cabo un repaso por aquella obra que más representa las estructuras de las representaciones imaginativas del yo. Su concepción de la imagen inconsciente la lleva a cabo en su obra Psicología de las masas.
            Aquí trata el psicólogo judío un concepto clave para los 2 psicoanalistas posteriores  en su concepción de la imagen que es el de identificación como el lazo temprano del individuo al otro. También tratara el complejo edípico, nuclear en la infancia del niño. Con él hace de su padre el ideal el infante a imitar convirtiéndolo finalmente en objeto de su libido hostil y a la madre en su objeto sexual.
            Se diferencia en Freud entre querer ser y querer tener a raíz del objeto sexual que es el padre (para la niña) y el modelo de identidad masculina. Se trata de algo previo a todo modelo elegido por ambos sexos.
            Por el objeto perdido que se recupera en el individuo, se forman dos instancias en el Yo y una reprime criticando a la otra, el ideal del Yo. Es heredero del narcisismo primario.
            Habla después de la diversidad de modelos que conforman el ideal de los individuos a partir de las masas. Señala las almas colectivas y la originalidad de cada uno gracias a ellas. Luego habla de las masas pasajeras ruidosas donde no la hay individualidad, concluyendo en un caudillo que arrastra la identidad de los mismos individuos, en quienes Yo e ideal no se diferencian. El Yo lo abarca todo y se restringe a sí, de modo que un retorno a sí mismo del Yo lo libera.
           
           
            Se inicia en Psicología de las masas(1) contando que Desde el principio, la imagen del yo se funda en el otro, depende de los padres y del complejo de Edipo según dice. Con este segundo proceso, posterior al narcisismo primario, el sujeto se orienta sexualmente en su prehistoria personal a través de un modelo ideal del yo que quiere ser y al que luego quiere reemplazar como ideal poniéndose él como objeto para amar a su madre. Esto traerá conflictos al yo posteriores al narcisismo primario donde había libido del objeto y libido subjetiva, en que la primera eran las cosas que se le oponían al yo, considerándose como todo, y en la segunda hablamos de las cosas que satisfacen los instintos libidinales del yo. Después, hablamos del complejo de Edipo que supone la castración en la prehistoria personal del sujeto que  convivirá en sociedad con los demás con una identidad sexual definida para lo que lo prepara la identidad o el querer ser como el padre. Si lo odia y quiere ser como la madre, será una niña pues ambos llevan caminos contrarios. Pero a Freud le interesa más el ideal del padre.
            Continúa diciendo que simultáneamente o más tarde toma a su padre como objeto de instintos libidinosos, es decir, se hace hostil y es su enemigo formando parte de sus instintos de objeto. Muestra 2 enlaces diferentes el niño entonces. Uno sexual a la madre, y una identificación con el padre al que considera el modelo a imitar. Estos 2 enlaces coexisten, pero a medida que la vida psíquica tiende a la unificación van aproximándose hasta encontrarse y de esta unificación nace el complejo de Edipo. El niño advierte que el padre le cierra el camino hacia la madre y su identificación adquiere un matiz hostil. Se comporta como una ramificación de la primera fase oral de la libido, durante la cual el sujeto se incorpora al objeto ansiado comiéndoselo y destruyéndolo. Aquí identificamos el narcisismo primario con el complejo de Edipo al identificar pulsiones de objeto con instintos de muerte y pulsiones de vida con instintos del sujeto o sexuales. El proceso que se lleva a cabo es el de que el sujeto infantil acaba por convertir al padre en un modelo a imitar matándolo, siguiendo a Edipo, y poniéndose en su lugar para amar a la madre. Es decir, se convierte en un objeto de su libido objetual (antiguamente) o instinto de muerte posterior al complejo de Edipo, de forma que es odiado adquiriendo un matiz hostil. Finalmente es introyectado en el mismo hijo como ideal del yo inconsciente que le produce un sentimiento de culpa.
            La diferencia entre la identificación con el padre y su elección como objeto sexual, tal y como ocurre en el complejo de Edipo en la niña, hace que en el primer caso de identificación el padre sea lo que se quiere ser y en el segundo lo que se quiere tener por la niña. Hay mucha correspondencia entre “la tenencia de una padre” y la “tenencia de una madre”, de modo que ambos determinan el sexo de la hija o el hijo. La diferencia está en que el factor interesado sea el sujeto o el objeto del Yo, es decir, que sea un objeto poseído que se ama y que se acaba convirtiendo en ideal heterosexual o un sujeto al que se acaba odiando como el caso del padre o la madre para convertirlos en objetos libidinales. Ambos casos se dan a la vez, el de amor y odio en el niño, pero dependiendo porque puede ser un padre o una madre <<la víctima>> o el <<ideal>> atendiendo al deseo del hijo. A partir de todo esto que sea la identificación que hemos dicho heterosexual previa a toda elección que aspira a conformar el propio Yo tomando al otro como modelo y basándose en sus pulsiones de vida y de muerte ya formadas. El ideal masculino o femenino determina las identificaciones del individuo teniendo que rechazar a uno de los padres como objeto libidinal.
            Una de las dos partes del Yo, por ello, combate a la otra, dice Freud, la cual ha sido transformada por la introyección que entraña el objeto perdido (la carga de objeto olvidada del padre). Es la parte cruel que encierra en sí la conciencia moral, una instancia crítica localizada en el Yo que en épocas normales se ha enfrentado con el mismo (el padre hostil). Esta instancia se vuelve el <<ideal>> adscribiéndole  como influencia principal la represión. Es el padre que se introyecta en el hijo heredero del <<narcisismo primario>>, en el cual el Yo infantil se bastaba a sí e iba tomando de las influencias del medio las exigencias que le planteaba al Yo y que no podía satisfacer, de manera que cuando el hombre en su infancia llegaba hallarse descontento (de sí), podía encontrar su satisfacción en el ideal del Yo, es decir, en la madre por ejemplo. Se trata de los instintos del yo del niño y de los del objeto de que se privan al crío por la que se hace cargo de él en la etapa de narcisismo primario. En el delirio de autoobservación, en correspondencia con estas pulsiones, se hace evidente la descomposición de la instancia crítica, los padres, revelándose su origen en las influencia de las autoridades, en primer lugar, que son las que privaban al niño en su infancia. Son las pulsiones de objeto claramente representadas por los que negaban su satisfacción libidinal o vital al niño. Las pulsiones de objeto y sexuales se transponen a las de vida y de muerte una vez que el niño se identifica en la madre y odia al padre, por ejemplo, para mantener una actitud heterosexual hacia la vida y la sociedad. Tales dos procesos de narcisismo, el primario y el secundario, tendrá repercusiones sociales en las masas.
            Cada individuo forma parte de varias masas, dice nuevamente el padre de Anna Freud(2), se halla cada uno ligado por identificación en diversos sentidos, y ha construido su ideal conforme a diferentes modelos. Participa de muchas almas colectivas (concepto de Le Bon), las de su raza, las de su clase social, de estado, etc. y puede elevarse hasta un cierto grado de originalidad e independencia. Tales formaciones colectivas permanentes descritas producen efectos uniformes que no se imponen tan intensamente al observador como las manifestaciones de las masas pasajeras. En estas multitudes ruidosas se observa la desaparición de toda particularidad individual. Vemos que aquí Freud diferencia muchas identificaciones en las masas para el yo en cuanto a modelos porque son almas colectivas duraderas. Lo que no duran son las formaciones de masas pasajeras como la formación política nazi (pero las acepta aunque sean ruidosas). Así, pues, las formaciones permanentes dan lugar a la individualidad y las efímeras hacen que se suprima la individualidad. La uniformidad de la influencia se refiere a que siempre producen los mismos efectos en los individuos en aquella época que se formen, por ejemplo, un estado político donde los instintos libidinales de los individuos y sus sentimientos de culpa siempre son (temporalmente) los mismos. Da o debería dar lugar o podría derivar en la diversidad de modelos de los individuos en base a su ideal de  cada uno por su Yo. Hay momentos en sociedad donde la autoridad no se distingue del Yo.
            El divorcio entre el Yo y el ideal del Yo es, en muchos individuos, poco marcado para estos casos donde se borra la individualidad. Ambas instancias aparecen confundidas en ellos y el Yo conserva su anterior contento narcisista de sí. Por tanto, la elección del caudillo queda facilitada en estas circunstancias. Bastará que dé la impresión de una fuerza considerable y una gran libertad libidinosa, para que la necesidad de tal caudillo le salga al encuentro y le revista de una omnipotencia con la que los individuos, cuyo ideal del Yo no encuentre una encarnación satisfactoria en el jefe, sean arrastrados <<sugestivamente>> por identificación. Parece bastante ingenuo hablando así porque después vendrá Hitler y el poder nazi elegido democráticamente para las masas con violencia y la destrucción de su familia, además de su marcha de Viena. Si no se diferencia Yo e ideal es como si los individuos no hubieran superado su etapa de la infancia en que estaban enlazados a su madre normalmente. Esto da idea del narcisismo primario que nuestro psicólogo psicoanalista veía en las masas ruidosas. Favorece a alguien con fuerza y violento que se aproveche de las circunstancias, algo inadecuado para la individualidad y su orientación sexual, pues no se diferencia como hetero del resto. Todos es como si tuvieran o pareciera que tuvieran el mismo sexo. Nadie se diferencia aquí y sin identidad definida no hay pulsiones de vida y de muerte sino instintos de objeto y sexuales por aquello de que el caudillo los priva, como autoridad, y les proporciona placeres, como si mamaran de la leche de su madre cada uno y sin distinción. Les hace estar contentos a los individuos según afirma el freudismo en un estado narcisista primario. Veamos una foto de ejemplo del estado de las masas nazistas saludando a Hitler:

Aquí se comprueba todo lo que hemos dicho pues los individuos con los brazos levantados apenas pueden distinguirse unos de otros. Todos las personas son my parecidas, portan las mismas características faciales en una formación política temporal totalitaria, hablan el mismo idioma, creen en las mismas ideas y los llevarán a los judíos a la misma tragedia… La violencia acaba por triunfar en ese estado político inapropiado para la individualidad donde no se desarrolla atendiendo a sus impulsos libidinales de vida y de muerte. Sólo una masa confusa donde no hay más que un ideal del Yo que determina a todos los yoes de la formación social. Hablamos de una época a partir de la subida al poder de Hitler en 1933 y el libro de Freud se publicó en 1921, de manera que predice algunos rasgos de esas formaciones como vemos.



            Nuestra contribución entonces, señala el psicoanalista, al esclarecimiento de la estructura libidinosa de una masa efímera se reduce a la distinción entre Yo e ideal del Yo y a la doble naturaleza del ligamen, que es la identificación y substitución del ideal del Yo por un objeto exterior. Estamos refiriéndonos al proceso anterior que tiene lugar en el niño para orientarse <<sexualmente>> pero aquí ocurre en una etapa donde el yo no llega a interiorizar una identidad <<masculina>> (o femenina). El Yo entra aquí en la relación de un objeto con el ideal del Yo por él desarrollado que es el otro (el caudillo), de forma que todos los efectos recíprocos desarrollados entre el objeto y el Yo total se reproducen dentro del Yo <<infantil>>. Asistimos al crío cuidado por sus padres según el vienés pero los padres ahora son un único individuo que es el caudillo que manda por la fuerza y arrastra a las masas. Éste, al no poder orientarse con su identidad las masas en su sexo, hacen que permanezca dirigiéndolas por donde quiera y criticando y condenando al yo como autoridad política. El riesgo de eso es que se convierte en dictador y presiona a las masas y las asesina con la violencia como hicieron con los judíos con la Solución Final. Es algo terrible que elimina a identidades dispares fuera de las <<masas ruidosas>> que ensalcen a Hitler en Alemania, por ejemplo, o en Rusia a Stalin o en Italia a Mussolini. Se eliminan auténticas diferenciaciones entre Yo e ideal del Yo donde hay una identidad sexual determinada, se ha pasado un complejo de Edipo y se ve influido por distintas almas colectivas en una de las cuales se lleva a cabo una formación  hostil que acaba con los individuos que se dejan influir o se ven influidos por las masas diversas. Los obliga a exiliarse de su país o a morir en un campo de concentración o de trabajo. De modo que se acaba elevando el número de masas indiferenciadas y disminuyendo el número de individuos diferenciados u originales.
            La separación entre Yo e ideal ha de experimentar frecuentemente, no obstante, una regresión. A pesar de todas las restricciones al Yo, la violación periódica de las prohibiciones constituye la regla general, como nos lo demuestra las fiestas, que fueron y son periodos durante los cuales quedan permitidos por la ley todos los excesos en, por ejemplo, las saturnales de los romanos o nuestro carnaval. Se trata de darle al yo un <<”respiro”>>. El ideal de Yo engloba la suma de todas las restricciones a las que el Yo debe plegarse y el retorno al ideal del yo tiene que constituir para éste, que encuentra de nuevo el contento de sí, una fiesta. No hay nada que decir sobre esto más que referirlo a la actualidad y ver sus consecuencias, como a lo largo de la historia donde se han llevado a cabo todo tipo de crueldades. Tal <<”respiro”>> supone suavizar las tensiones de los individuos pero en época de guerra y de limpiezas étnicas no conviene hablar de esto, como ahora donde se puede tomar como algo distinto pues más parece que la excepción son las reglas y que lo normal es estar de fiesta y de carnaval. Las costumbres en base al ideal del Yo y las normas se han relajado mucho, quizás tanto que ya no interesa <<matar>> a nadie por su raza o  sus ideas o su originalidad individual cualquiera que sea, al menos, en países como España, es decir, democracias con un alto nivel de <<libertad>> cuando no de pasotismo social y falta de tolerancia y censura encubierta.  De modo que ya no es el Yo el que se repliega al ideal sino el ideal el que se pliega al Yo pues un Yo como ciudadano civilizado está en sus cabales cuando no se somete a normas  pues excepcionalmente le ayudarán a ser él mismo. Por ejemplo, la ley Sinde que se sospecha o se defiende que va dirigida a beneficiar a las industrias discográficas por la presión de los intereses económicos y de la SGAE que quiere cobrar los derechos de autor. Mejor o más favorecedor es no someterse a la ley para cumplir sino relajarse y seguir cada uno su camino individual si se puede prohibiéndose someterse a reglas sociales de una autoridad, en este caso, las minorías de empresarios atendiendo al momento actual. Permite que el Yo se libere fuera de las  restricciones como si estuviera en una fiesta continua prescindiendo del ideal.  
            El sentimiento de culpabilidad puede considerarse como un estado de tensión entre Yo e ideal. Sabido es que, por ejemplo, haya individuos cuyo estado afectivo se balancea desde una exagerada depresión hasta una sensación de bienestar extremo. Son modelos de tensión que se dan en nuestros días en aquellos que pretenden cumplir o que se ven obligados a cumplir con las leyes políticas de formaciones culturales que presionan a los humanos para seguir unos determinados hábitos. Sabemos que en la actualidad todas las formaciones culturales son pasajeras y algunas mucho, como una ley que se aprueba y al tiempo se censura como la prohibición de viajar a más de 110 km. por hora. Tales concepciones sociales dan lugar a estados de culpa fundamentalmente económica en cuanto a multas y prohibiciones que privan a los humanos de unas pulsiones para favorecer otras  sublimando en algunos casos excesivamente la libido del ello por intereses culturales y hábitos que nada favorecen al Yo. Es más, lo reprimen en un momento para liberarlo en otro dando lugar a estados de gran felicidad y cayendo en estados de extrema tristeza económica y de ruina. Interpretamos a Freud para nuestros días y lo adaptamos a nuestro tiempo en cuanto a la concepción de las identidades del Yo en relación con las masas y la sociedad que lo privan de sus instintos viéndose subordinado al ideal social de las masas que lo elimina al individuo.
            Serían los enfermos así, con esta característica, aquellos cuyo ideal del Yo se confunde con su Yo, después de haber ejercido sobre él un riguroso dominio (el maníaco por ejemplo). El sujeto dominado por un sentimiento de triunfo y satisfacción, por el contrario, se siente libre de toda inhibición y al abrigo de todo reproche o remordimiento. Es decir, éste último es verdaderamente él mismo en sociedad con el otro en base a sus impulsos a los que les da rienda suelta y no los reprime por un súper-yo autoritario con fuerza. Pero éste se encuentra hoy todo el día como si estuviera de fiesta de manera que lo que habría que decir es que triunfa por su sentimiento y satisfacción aquél que sabe controlar su ideal del yo plural en base a sus pulsiones de vida diferentes del resto, resaltando de las masas sociales y moderándose con los excesos. Así está verdaderamente liberado y sin culpa social por un ideal del Yo descontrolado como es el del estado español, por ejemplo, y sus políticos que un día dicen una cosa y mañana lo contrario, de manera que el sujeto con ideal impuesto por la sociedad ha de prescindir de él si no se diferencia del mismo y vivir por su cuenta, pero le faltará instancia crítica y no tendrá identidad personal.
             Ésta, la identidad, sólo la tiene el que mantiene una distancia con la sociedad en base al desarrollo de sus pulsiones con el otro y su inconsciente de forma que ejerce crítica sobre sí mismo pero con pretensiones liberadoras y no represoras como el estado en lo económico fundamentalmente, al igual que está haciendo con los recortes al pueblo español en la crisis. Estos refuerzan su inutilidad como ideal y favorecen a los individuos originales con su ideal propio que se juntan para reclamarle al estado, por ejemplo, como hace el movimiento 15-M. Aquí  se diferencian las masas como con ideales distintos y caracteres más o menos generales para todos como la falta de una ideología política concreta, la reclamación y denuncia de privilegios políticos y la lucha por una serie de mejoras sociales debidas al malestar social y personal reinante. Cada uno de los individuos que componen esas masas del 15-M  puede diferenciarse o permanecer diluido como uno más en un movimiento indiferenciado pero que como tal en sí mismo se diferencia. Ya es distinto a Freud quien habla de que en las masas no se diferencia a nadie y son pasajeras pero es que todas las formaciones son pasajeras y sus efectos pueden ser o son diferenciadores para cada uno de los individuos exteriores al movimiento político por la democracia. O puede influir a los mismos individuos desde dentro del movimiento por un ideal del Yo personal. En fin, Freud es limitado en estos análisis.



Movimiento 15-M por la Gran Vía de Madrid.
Veamos en esta imagen del movimiento 15-M a qué nos referimos con los análisis de Freud. Aquí ya sólo hay movimientos <<pasajeros>>, pueden diferenciarse o no los individuos dentro del  movimiento de masas y tener un ideal (cualquier persona) o verse subordinados al ideal de grupo, como un <<caudillo>> pero tal término normalmente no se usa por sus negativas connotaciones políticas y puede resultar inadecuado, de forma que hablamos aquí de asambleas populares donde los integrantes debaten temas de actualidad y todos participan. Los temas se relacionan con la sanidad, la economía, las universidades, etc. Las masas también son ruidosas, necesitan serlo en sentido positivo para hacerse oír y llegar a todos los rincones, al menos, del pueblo español para que se sepan de sus reivindicaciones. Buscan simpatizar con los individuos que no pertenecen al movimiento y no podemos distinguir entre individuos con un ideal del yo diferenciado de un yo propio e individuos donde ambos están confusos. Eso depende de cada uno de los individuos que componen la formación social, y el complejo de castración, si permite hablar de individuos con una identidad formada y orientados sexualmente, hablar de heterosexuales exclusivamente o normalmente, es algo limitado. La identidad sexual es múltiple y muy heterogénea: gays, transexuales, lesbianas, etc. Tiene el movimiento una serie de caracteres comunes, como ya hemos dicho, que forman su “ideal” de una manera regular aunque se cuestiona su pacifismo en sociedad o su desinterés por un partido político. Pero su estado es como una “fiesta” y aquí lo fundamental es que como si vivieran sin reglas, ellos buscan cambiar las de la sociedad y las de la democracia por un malestar. Los demás que no pertenecemos al movimiento, con ideal diferenciado o sin él, también vivimos en un estado de anomia pero las reglas actúan para todos y son las mismas que las que los otros, los del movimiento, buscan cambiar. Pero todo esto escapa a Freud y entendemos el porqué debido a su contexto y a las connotaciones políticas de estos movimientos, por ejemplo.

2. Lacan. El estadío del espejo.
           
            Tal autor imprime en Freud aspectos nuevos, sobre todo, su idea de enajenación del yo en base al otro y la alineación del mismo en sus reelaboraciones históricas desde una infancia muy temprana. Permite un progreso en la idea del yo y sus imágenes para acercarnos a Doltó.
            En su artículo de 1949 parte del hecho de que el bebé reconoce su imagen en el espejo aún sin consciencia y que su imagen rebota en sus gestos en armonía con el medio ambiente reflejado. Tiene lugar este hecho desde los 6 meses en el niño quien consigue su imagen mas allá de sus incapacidades físicas finalizando esta actividad a los 18 meses.
            La imagen asumida manifiesta una matriz simbólica que lo precipita a la manifestación dialéctica de la identidad con el otro. Este concepto no aparece en Freud y al parecer procede de Hegel y su dialéctica del amo y el esclavo. Hablamos de la alineación del individuo en base al otro que se convierte en su ideal. Es el yo-Ideal tronco de las próximas identificaciones, estando situado en una línea asintótica de aproximación a sí mismo. Es una Gestalt que anima la figura del individuo para enajenarla en el mundo visible.
            Reconocemos una insuficiencia orgánica en el hombre con su umwelt viviéndose una dialéctica temporal que proyecta al individuo marcando la ley todo su desarrollo mental. Según Anna Freud, la represión y el retorno a una matriz arcaica son previos a la enajenación social.
            En sociedad todo está mediatizado por el otro y su rivalidad que depende de un proceso diferente al del “narcisismo primario”, donde están las pulsiones de vida y de muerte unificadas en el yo (je) que explican los celos y la agresividad.


            Empieza contando Lacan en su texto(3) que el aspecto del comportamiento de que partimos es que el niño, a una edad en que se encuentra por poco tiempo superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo. Vemos que la imagen en el espejo es el aspecto del comportamiento del niño que lo fundamenta de cara a la colectividad. Se da tempranamente en el niño cuando el chimpancé lo supera en el manejo de instrumentos para su supervivencia. Y supone el reconocimiento por el niño de su imagen en el espejo. Se amplía la idea del yo que aparece en Freud advirtiendo una perspectiva animal o etológica.


Niño que se
Reconoce según Lacan
 en el espejo.



            Este acto de reconocerse, lejos de agotarse, como en el mono, en el control adquirido de la inanidad de la imagen, rebota en el niño en gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que reproduce con su cuerpo, personas y objetos, que se encuentran junto a él. Está hablando de la relación entre el medio ambiente y el sujeto infantil en armonía por el inconsciente. Supone el espejo y en el mono es inane la imagen, para controlar cosas para comer, reproducirse, etc. Sobrevivir es para el animal mientras que en el hombre la imagen en el espejo supone mucho más pues le sirve para el desenvolvimiento social propio y no sólo para manejar útiles. El reconocimiento manifiesta la contemplación del juego de movimientos de la imagen proyectada del cuerpo en el espejo y los reproduce esos movimientos gestuales en relación a los objetos y personas que hay a su alrededor del niño. Por su carácter lúdico y el reflejo parece que el niño se apropia de la imagen que ve. Un chimpancé no puede tomar su imagen del espejo como el niño porque aunque realice gestos y acciones con los otros de su calaña es de suponer que no ve reflejada su imagen como los humanos ni experimenta algo lúdico como nosotros en nuestra infancia. Desde luego la explicación es algo pobre sobre el comportamiento de los primates. Se prolonga mucho más sobre el acto de reconocimiento en el espejo de los neonatos.
Este acontecimiento puede producirse desde los 6 meses en un lactante ante el espejo. Éste, a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial (unas andaderas), supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud levantándose, y conseguir un aspecto instantáneo de la imagen. Esta actividad se conserva hasta los 18 meses revelando un dinamismo libidinal. Vemos la temprana edad indicada por Lacan para revelar el proceso de identificación de un niño con su imagen en el espejo de forma que se da entre los 6 y los 18 meses. Prolonga con exactitud la concepción de las imágenes del yo. Consiste el estadio del espejo en un proceso de reconocimiento por el que el bebé, a pesar de sus incapacidades motoras, siente una alegría infantil al levantarse para observarse a sí mismo en el cristal que lo proyecta apropiándose de su imagen y produciéndose las primeras enajenaciones del individuo. De manera que el yo no se da sólo en su vida sino en relación con el otro contra el cartesianismo y el cogito ergo sum del otro francés. Si se da un dinamismo libidinal en el niño, habrá de esperar a que se someta al complejo de Edipo para observarlo tal desarrollo histórico de sus imágenes en base a la represión. Aquí lo único que apercibe es una libido objetal que se opone a la sexual de niño mismo manifestando sus sentimientos. Le llevan a alienarse por la idealidad de la imagen y a sublimar sus pulsiones más primitivas.
La imagen especular asumida en la infancia manifiesta, dice la Lacan, la matriz simbólica en que el yo se precipita en una forma primordial antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. Es decir, que la matriz simbólica simboliza el paso al reconocimiento subjetivo de una imagen en el espejo a través del lenguaje que concretiza el malestar del sujeto. Por ejemplo, eso ocurre en el cuento de Blancanieves con la reina madrastra de la protagonista, un cuento muy interrelacionado con el estadio del espejo. En él se cuenta que, una vez que se casa con el rey, la nueva reina se dedica a preguntarle a su espejo:
“-Espejo mágico, dime, ¿quién es la más hermosa del reino? –Vos majestad, contestaba sinceramente el espejo. Y la reina sonreía satisfecha(4)”. Vemos cómo la madrastra cumple con la ley simbólica o ley de castración, como su hija Blancanieves, y a partir de aquí se inicia en el cuento la historia de una persecución que acaba con la muerte de la propia madrastra en busca de su identidad por la crisis de su imagen ideal y el reconocimiento de la belleza de su hija, lo que le produce un malestar (una insuficiencia) ante el espejo. 



En esta imagen se puede ver a la mala del cuento con una máscara en el espejo que representa la imagen que le devuelve y que no es insuficiente hasta que no sabe de la belleza de Blancanieves que le produce celos. Con ella misma se desenvolvía en su reino haciendo trabajar a la hija despreciada desde el principio por su imagen que era odiada por su madrastra.

Esta forma primera simbólica debería designarse como yo-ideal, en el sentido de que será el tronco de las identificaciones secundarias, funciones de normalización libidinal. Esta sitúa la instancia del yo, desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, que asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de las síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo su discordancia con su realidad. Es el malestar que se produce en el sujeto quien busca gozar a través de una nueva imagen que se elige cuando se rechaza otra. Da lugar a las tropelías del cuento de Walt Disney aquí ejemplificado. Significa que en él, por ejemplo, asintóticamente la reina se aproxima a sí misma, a su imagen simbólica, sin nunca llegar a ser “ella misma”, es decir, sin tocarse la línea asintótica con el eje horizontal en una gráfica matemática. La aproximación se alarga hasta el infinito y en el cuento acaba con la muerte de la malvada reina. Es lo Real lo simbólico que decimos y la ficción de la imagen son significantes que coinciden con ello pero sin nunca coincidir completamente.



Esta imagen es en la que se enajena la reina, madrastra de Blancanieves, después de una crisis cuando se da cuenta de que <<no es la mujer más  bella del reino(5)>>. La lleva a su propia muerte sin encontrar próximas identificaciones. Se convierte en Otro completamente Otro sin más imágenes que la signifiquen por ella misma. Elimina el goce y el malestar subjetivo ejemplificando los desarrollos históricos que se producen en la sociedad desde la ficción.

La forma del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder, le es dada como Gestalt, señala el francés, en una exterioridad donde esa forma es más constituyente que constituida, pero donde sobre todo le aparece en un relieve de estatura que la coagula y bajo una simetría que la invierte, en oposición a la turbulencia de movimientos con que se experimenta a sí mismo animándola. Así esta Gestalt, ligada a la especie, aunque su estilo motor sea todavía confundible, por esos dos aspectos de su aparición simboliza la permanencia mental del yo al tiempo que prefigura su destinación enajenadora. Es decir, nos referimos a esos 2 aspectos que son la <<coagulación>> o concentración en la estatura (de la atención, etc.) y la simetría invertida del niño o su otro yo inverso a la imagen que el mismo niño tiene de sí inconcientemente. Con esos dos conceptos anima su cuerpo suponiendo una Gestalt (forma) que prefigura todas las identificaciones que lleve a cabo un individuo a lo largo de su vida en sociedad.
Para las imagos respecto de las cuales es nuestro privilegio el ver perfilarse, en nuestra experiencia cotidiana y en la eficacia simbólica, sus rostros de las personas, la imagen especular parece ser el umbral del mundo visible. Quiere decir que toda imagen enajenadora supone una visibilidad social, es evidente. Veamos los ejemplos de Blancanieves y los siete enanitos. Hasta incluso los enanitos tienen una nueva imagen enajenante que es la que Blancanieves les ofrece dada su condición de suciedad y su descuido de la casa y de ellos mismo de los 7 enanitos en el cuento. Aquí podemos ver un ejemplo, sin embargo, de lo que significa esa fragmentación de la imagen del cuerpo, por ejemplo, en los 7 enanitos:


Se ve  que a través del espejo el hombre o los <<enanitos>> recuperan su imagen “unida” no fragmentada a través del yo ideal visible por medio de lo vivido. Aunque el ejemplo no sea muy adecuado por la “altura” del hombre. Refiere el hombre a su gozar o plus-de-goce y evita el malestar del sujeto sin nunca suprimirlo completamente.

Estas reflexiones sobre la imagen especular que se goza y es ficticia nos incitan a reconocer en la captación espacial que manifiesta el estadio del espejo el efecto en el hombre, permanente incluso a esa dialéctica, de una insuficiencia orgánica de su realidad natural. Es la insuficiencia de la que hablamos y que aparece claramente representada en el dibujo anterior por el malestar de la fragmentación.
La función del estadio del espejo se nos revela así como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad o Innenwelt con el Umwelt. Es decir, una relación entre la bruja y su espejo o entre el niño y su imagen fragmentada o no, por ejemplo, para evitar una excesiva inquietud del sujeto a causa de la ley social por el Otro que elimine su deseo. Esto podría ocurrir en la reina, madrastra de Blancanieves, quien imaginemos que no puede intentar asesinar a su hija porque hay algo en su inconciente que la priva de ello, generándole evidentemente algún trastorno en el cuento.
Todo esto del deseo y la inquietud por su malestar en el estadio del espejo lleva a pensar, según el reformulador de las teorías freudianas, que esta relación con la naturaleza de la innenwelt está alterada en el hombre por una Discordia primordial que traicionan los signos de malestar y la incoordinación motriz de los meses neonatales. Es decir, que lo Real nunca coincide con la ficción de los signos de una imagen en el espejo cargada de significación social. Siempre resultan los signos semánticos insuficientes para conformar una imagen completa en el espejo, únicamente asimilable tal imagen a la muerte donde el Ser coincide con lo Real. Mientras tanto lo que tenemos son enajenaciones de la imagen en el espejo por el otro. El sujeto sufre de inquietud por su malestar a causa del deseo mediatizado por el otro dando origen a la obsesión de repetición, en términos freudianos, de una imagen o imágenes en el espejo que siempre resulta insuficiente y por tanto siempre se buscará otra diferente. Así se quiere satisfacer el deseo del individuo que nunca estará completamente satisfecho con su imagen especular a causa en el niño de una discordia por la incoordinación motriz debido a su incapacidad natural infantil. Así se explica en Blancanieves que la reina madrastra de la protagonista se aliene en “la bruja” para matar a su hija o que “Blancanieves” sea una imagen de limpieza y cuidado para los “enanitos” trabajadores en la mina. Esto puede traducirse en la vida humana donde los sujetos se apropian de la imagen de alguien famoso para, por ejemplo, atraer o llamar la atención de mujeres en quien se interesa quizás por la fama de su belleza de la persona a quien busca parecerse, como un jugador de fútbol como por ejemplo Beckham o Cristiano Ronaldo de nuestros días que acumulan a grandes cantidades de masas, etc.
Este desarrollo en discordia por la incapacidad motora infantil y el malestar subjetivo es vivido resueltamente como una dialéctica temporal que proyecta en historia la formación del individuo: el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma “ortopédica” de su totalidad, y a la armadura asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura todo su desarrollo mental. Todo esto rompe con la estructura de un yo cerrado a la sociedad y hace pensar en la utilidad del psicoanálisis para pensar en las alienaciones del yo, como en el amo y el esclavo en Hegel, en dialéctica continua, pero ahora, en lugar de centrarse Lacan en dos personas, se centra en una que hace por dos pues se aliena en otra. Así se producen por el plus-de-goce las reaseveraciones continuas del yo en busca de satisfacer su deseo con el Otro. Son formas “ortopédicas” según Lacan que confeccionan la historia del yo por el otro del que no puede desligarse y al que desea  en última instancia, de forma que su identidad es por él y su vida está entregada a la fragmentación vivida en la historia de las reaseveraciones. Estas formas ortopédicas son prótesis sociales, como una máscara, para estar con el otro, imprescindibles y que vienen a “curar” por un tiempo el malestar subjetivo haciéndolo no caer en psicosis por un yo cartesiano que piensa al margen de cualquier identificación social. Ya hemos visto identificaciones o apropiaciones de la reina o de los enanitos o de la propia princesa protagonista del cuento en su “príncipe azul” con el que se acaba casando. También lo podemos ver en nuestra sociedad donde los individuos cambian sus identidades y sus modelos de deseo por las modas que cambian y hoy desean una cosa como mañana pueden desear lo contrario. Pero todo esto está fundamentado en una matriz simbólica del deseo del sujeto por el Otro que le permite desear una imagen u otra siempre desde la previa asunción de la ley de castración y su previa orientación sexual en última instancia. Con ella pasan de la insuficiencia o crisis de identidad a la anticipación de cualquier forma social.
Hemos buscado en la hipótesis aquí fundada sobre una concurrencia de datos objetivos de la imagen del yo un método de reducción simbólica. Este instaura en las defensas del yo un orden genético que responde a lo formulado por A. Freud. Ella sitúa la represión histórica y sus retornos en un estadio más arcaico, y estos a su vez como previos a la enajenación paranoica que data del viraje del yo especular al yo social. Quiere decir Lacan tomando los conceptos de Anna Freud que un paranoico con un excesivo narcisismo que proyecta en los demás las frustraciones que lo acucian a él(6) es posterior al complejo de Edipo y al desarrollo de la ley simbólica por el que el yo se hace social alienándose a través del complejo de castración, la identificación con el padre y su proceso que ya hemos visto en Freud. Dice que todos los datos se reducen a lo mismo por medio de la ley, de modo que un dato “objetivo” o ilusorio de gran trasfondo mítico lo podemos encontrar en el cuento de Blancanieves donde “la bruja”, máscara de la reina o enajenación a través del espejo, necesita ésta de su espejo para actuar dentro del reino propio donde están los otros, como el rey padre de la protagonista Blancanieves. Inicia de esta forma “la bruja” la persecución de su imagen en una aventura que acaba con su propia tragedia.  Otros datos objetivos se dan en la realidad por los celos de las personas con sus semejantes en el medio social en lucha por su imagen social dependiente del otro. La ley simbólica o el complejo de castración es fundamental para el desarrollo de la sociedad, eso es asumido por Lacan de Freud aunque con sus modificaciones pertinentes en nuestro tiempo.
Este momento en que termina el estadio del espejo por la represión y el retorno a lo más arcaico inaugura, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos, la dialéctica que desde entonces liga al yo con situaciones sociales. Por ejemplo, una vez que la mala del cuento de Blancanieves se refleja por segunda vez en el espejo, empieza una “persecución de su imagen” que la lleva a matar a su hija por dos veces fracasadas dados sus celos por la imagen de ella. La primera quería su corazón en un cofre y la segunda envenenarla con una manzana.

Primer intento de matar a la
princesa Blancanieves en el
cuento de Walt Disney por la
               reina.




Segundo intento de matar a la hijastra por la madrastra en una imagen simbólica basada en la ley del padre y en la castración edípica. Es la ley social que se impone hasta el exceso en la “bruja” que era la madrastra transformada por un “hechizo”, un cambio de imagen. Todo tiene su punto de génesis en el reconocimiento especular que es infantil. Y en la madrastra podemos ver una psicótica mientras que en Blancanieves una neurótica por sus actos.


Es el momento dialéctico de celos y represión el que hace volcarse todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la rivalidad del otro, y hace del yo ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, pues depende del estado cultural. Intentamos decir que si hay rivalidad o celos, eso prueba la existencia del Otro con el que nunca coincidimos totalmente por los progresivos cambios de imagen en el tiempo, una ficción tras otra. De este modo, como decía Freud en El malestar de la cultura, la cultura provoca la represión de los deseos del individuo a través de la ley simbólica por la que los individuos se unen en sociedad y albergan un sentimiento de culpa que los reprime para  alcanzar la satisfacción de sus deseos a través del goce de la novedad o el plus-de-goce que siempre desea más. La avaricia propia de los individuos se ve obstaculizada en sociedad por los demás que inhiben nuestro deseo deseando lo mismo que nosotros y buscando su prevalencia como yo especular por encima de nosotros, en competición. Esto provoca la lucha por aquello que todos deseamos, el Otro o la completa satisfacción de nuestras pulsiones, pero eso sólo es posible en la muerte, cosa que normalmente rechazamos. En Blancanieves vemos una representación de las pulsiones de muerte en “la bruja” quien reprime o desea reprimir los deseos de Blancanieves a través de su asesinato. Siente en ella una insuficiencia de su imagen especular y le lleva a la tragedia. Busca desahogar su malestar en la imagen especular de su hijastra a través, se puede suponer, de una manía persecutoria que despliega sus instintos de muerte para matar a “la bella imagen” que le produce celos de su hija y rivalidad en su reino. Rechaza causarse mal a sí misma y busca gozar de la muerte de su hija por medio del plus-de-goce que no revierte nunca en un beneficio completo que cubra todo su malestar, es más, finaliza con su muerte el relato. La represión en ella busca resarcirse con la muerte de su hija para liberarse de la condena por su instancia crítica o súper-yo originada por el ideal del yo introyectado de un supuesto padre. Tales  peligros que están en el relato ficticio son asimilables a las relaciones entre los individuos por los celos y la rivalidad.
El "narcisismo primario" con el que se designa la carga libidinal propia de ese momento de identificación por la rivalidad y los celos revela las latencias de la semántica, pero esta ilumina también la oposición dinámica de esa libido del neonato a la libido sexual, cuando invocaron (los especialistas) instintos de muerte, para explicar la relación de la libido narcisista con la función enajenadora del yo, con la agresividad que desprende en toda relación con el otro (pulsiones de muerte y de vida desde el yo mientras que antes en el neonato eran pulsiones de objeto frente a las del sujeto). Explica aquí Lacan, algo equívocamente quizás, que la rivalidad social y los celos guardan en germen la oposición de la libido objeto a la sexual del bebé pero que la imagen especular también revela la oposición dinámica en el yo enajenado de la dualidad de pulsiones de muerte y de vida, de modo que con ellas se explica la agresividad del yo y sus impulsos destructivos. Antes había objetos “exteriores” que se le oponían al yo pero ahora todos están referidos al yo, en especial los mas primitivos, así se concluye el paso de narcisismo primario al narcisismo del sujeto social donde el yo está unificado y ha sufrido el complejo de castración. La fase del “narcisismo primario” es destacada por Freud para describir a las “formaciones pasajeras de las masas” donde hay un caudillo, según decía el, que se necesitaba para arrastrar sugestivamente a los individuos e imponerles un yo ideal. Pero ahora aquí no tenemos tal diferenciación que según Freud parte de una confusión entre yo e ideal del yo en los sujetos que no han pasado de un  estadio primario de narcisismo, sino que tenemos sólo, parece ser, sujetos con un narcisismo propio de seres que han pasado por el complejo de castración. Así pues no hay distinción entre “masas pasajeras” y formaciones culturales llamadas almas colectivas por Freud. Todos los individuos que las forman las masas cumplen con lo mismo, la ley social, y todos tienen pulsiones de vida y de muerte como la “bruja” en Blancanieves. Se enfrentan en la rivalidad social por los celos con el otro, como con Blancanieves en el cuento, de forma agresiva por los instintos de muerte.
Nos apartan los conceptos de rivalidad y represión, por lo tanto, de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-conciencia (el cogito cartesiano), para que partamos de la función de desconocimiento. Así se comprende esa inercia propia de las formaciones del yo en las que puede verse la neurosis. La base es la insuficiencia orgánica propia del hombre y la ignorancia congénita que le acompaña junto a su malestar en el yo, de modo que las transformaciones sociales de su imagen son inevitables por el otro. La ignorancia o el malestar le hacen al yo identificarse en imágenes distintas marcadas por la ley del padre que dirige todo su desarrollo mental desde la instancia crítica. No podemos concebir un pensamiento absoluto independiente de la sociedad que no rivalice con nadie y que no tenga celos o sea agresivo al menos con los otros. El ser humano necesita serlo para descargar su malestar y desahogarse de su represión y culpa que le impiden moverse con libertad. El malestar de “la bruja” de Blancanieves es descargado sobre la protagonista quien buscaba satisfacer sus deseos y casarse con el príncipe, de modo que el privarse de la agresividad propia como en esos personajes los llevaría a patologías mentales como paranoias y fobias sociales al estar con los demás, podemos imaginar, en la bruja. Tales síntomas se manifiestan en las personas que se niegan a tener una identidad propia o alienante. Pero eso resulta imposible y trastornante.
En el recurso del sujeto al sujeto, el psicoanálisis puede acompañar al paciente hasta el límite extático del "tú eres eso", donde se le revela su destino mortal, pero no está en nuestro poder, dice el psicoanalista de París, el conducirlo hasta ese momento en que empieza el verdadero viaje. Esto depende de él, es decir, que sólo el individuo por sí mismo puede elegir o se le puede imponer por la represión o el malestar una determinada imagen pero que un psicoanalista (lacaniano) no puede hacer nada por determinar la imagen de nadie más que hacérsela reconocer la que es él, el paciente. Así podría animarse a formar parte del grupo social desarrollando la historia de sus reelaboraciones personales marcadas por la ley simbólica. Pero no puede obligar a nadie el psicoanálisis a tener una determinada imagen porque eso va contra  los deseos más infantiles del individuo y puede llevarlos a más frustraciones de las que ya posee por su negación a vivir en colectividad. 


3. La imagen inconsciente del cuerpo. Françoise Doltó.
           
            En Françoise Doltó encontramos la última teoría sistemática sobre el yo. Desarrolla todos sus conceptos en base a la pediatría y a sus conocimientos del niño y sus funciones erógenas. Es compleja su teoría, desarrollando un método analítico para analizar las imágenes del yo en base a su inconciente. En ella el psicoanálisis tiene su eje en la infancia más temprana.
            Hemos de hablar primero de un caso de un dibujo de un niño que presentaba un drama familiar de herencia. Esto le hace pensar a Doltó que la imagen es personal siendo una encarnación simbólica del sujeto. Permite la comunicación, se funda en la libido narcisista del individuo y queda reprimida por la castración edípica.
            La imagen se cohesiona por el nombre que la estructura modificándose a lo largo del desarrollo infantil en 3 formas: imagen de base, funcional y erógena, ligadas por una imagen dinámica que representa los deseos pulsionales del otro.
            Las imágenes dinámicas son la oral y la anal centrífuga y centrípeta. Las castraciones modelan la imagen del cuerpo habiendo 2: la oral y la anal. La primera posibilita un lenguaje social (no compartido solamente por la madre) y la segunda, la autonomía de la conducta social. Dependen de simbolígenos que es la expresión de la prohibición por la pareja adulto-niño, generalmente madre-hijo (frecuentemente), ambos en concordancia por la madre para que le advenga de los otros sus satisfacciones y sus fracasos al niño, aunque éste esté descontento.
            Habla la francesa de que el estadio del espejo permite el conocimiento de que hay un otro independiente del bebé en su narcisismo primario. Sostiene que ya hay, sin embargo, anteriormente sensaciones que dan idea de una imagen del cuerpo (inconsciente) aun más originaria que la de Lacan.
            Luego de las castraciones orales y anales viene la castración no edípica para la diferenciación sexual donde el niño ha de saber cómo se produjeron las uniones sexuales en su familia. Ésta, su familia, ha de sostener el narcisismo infantil del niño y su necesidad de buscar un modelo sexual familiar determinante para su orientación. A continuación se produce  el complejo de Edipo y los choques con la ley social para modelar su imagen histórica.
            Como vemos, son muchos los conceptos que añade al psicoanálisis en base a la pediatría, sobre todo, su idea de imagen dinámica de base anal y oral, dos erogeneidades que sufren respectivamente dos castraciones que dan lugar al desarrollo de la imagen del niño en sociedad. Tal imagen acaba por pasar por los estadios posteriores de Lacan primero y de Freud después.


Comienza señalando en su libro(7) que en los dibujos de un niño de 11 años, el peligro quedó representado por un rayo que destruiría a un jinete, al caballo y a los animales; y que se hallaba en conflicto con estas instancias vivientes. Aquí vemos un hecho analítico ejemplar para su teoría. Con él podemos comprender lo que es la imagen inconsciente.
            Continúa diciendo que la explicación de estos peligros de conflictos permitió descubrir un drama familiar. La muerte del abuelo paterno fue seguida de conflictos familiares vinculados con la herencia, y su padre resultó testigo de la tentativa de asesinato de uno de sus hermanos por parte del mayor. Este hecho llegó a oídos del muchacho, señala Doltó. Es un ejemplo esclarecedor éste, puede juzgar el lector por sí mismo pero creo que da pie a entender su teoría.
            La imagen del cuerpo, siguiendo sus criterios, ha de ser revelada por el diálogo analítico con el niño. Es propia de cada uno; está ligada al sujeto y a su historia. Se la puede considerar la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante, antes de que el individuo sea capaz de designarse por el pronombre <<Yo>> (Je). Aquí se compara con Lacan y ve su origen anterior de la imagen que está describiendo ella.
Gracias a nuestra concepción simbólica del yo, dice que podemos entrar en comunicación con el otro. Es soporte del narcisismo la imagen doltoniana, refiere el sujeto del deseo a su gozar, mediatizado por el lenguaje de la comunicación entre sujetos. Se funda esta imagen en la libido narcisista del individuo. Esto tendrá consecuencias sociales para el desenvolvimiento social del niño y su autonomía.
Si el lugar, fuente de las pulsiones, es el esquema corporal, el lugar de su representación indica que es la imagen del cuerpo. Porque la imagen queda después reprimida por el descubrimiento de la imagen escópica (visible) del cuerpo, y por la castración edípica. Se refiere respectivamente a Lacan y a Freud en confrontación con la sociedad dirigiéndose el niño al grupo social.
Las palabras previamente, para cobrar sentido, deben ser metabolizadas en una imagen relacional. Cuando retoma el niño en su lenguaje las palabras del adulto que oye, para él son representativas de otras erogeneidades, distintas de las que el adulto podía hacer alusión. Se refiere a las erogeneidades del cuerpo que ella luego ordenará en base a una imagen básica, de forma que como la imagen es personal, pues para cada uno representarán las erogeneidades una imagen de base concreta y múltiple. Aquí ya la teoría de Doltó está muy desarrollada psicoanalíticamente
De las palabras oídas, hay una que ostentará, dice Doltó, una importancia primordial, asegurando la cohesión narcisística del sujeto: el nombre. Contribuye a la estructuración de las imágenes del cuerpo, incluidas las más arcaicas. “Cose”, por decirlo de alguna manera, la imagen del yo concreto.
A un niño adoptado de 11 meses, por ejemplo, los padres adoptivos le dieron un nombre nuevo, Federico. Y necesitaba oír este nombre pronunciado no con una voz normal, sino con una sin lugar, una voz en off, llamándolo sin dirección precisa. Como la de las maternantes desconocidas que había oído cuando hablaban de él o lo llamaban, en la guardería de adopción. Este reencuentro por el nombre de una identidad arcaica, le permitió superar sus dificultades para leer y escribir(8).  Aclara este caso terapéutico lo que decimos sobre el nominativo y su estructuración de la imagen inconsciente.
            La imagen del cuerpo es por el nombre la huella estructural de la historia emocional de un humano, dice la psicoanalista infantil. Es el lugar en el cual se elabora toda expresión del sujeto; lugar de emisión y recepción de las emociones interhumanas fundadas en el lenguaje. Es algo esencial para desenvolverse en sociedad; sin imagen difícilmente se puede <<ser alguien>> con los demás, pretende decir. El lenguaje sirve a la imagen personal para expresarse con el otro o los otros y sin este instrumento para las emociones y el descontento del sujeto, no se puede convivir en sociedad de manera <<sana>> desde el punto de vista del psicoanálisis. La imagen gira alrededor del lenguaje con el otro y la comunicación, pieza fundamental.
            La imagen se construye y se modifica a lo largo del desarrollo del niño. Se distinguen 3 modalidades: imagen de base, imagen funcional e imagen erógena. Estas imágenes se hallan ligadas  por una imagen dinámica que designa las pulsiones subjetivas de vida que se sustenta en el deseo del sujeto de comunicarse con otro, con ayuda de un objeto parcial de significado. Este objeto parcial lo podemos ver reflejado en la comida, el parto con el niño que nace,… pero debemos ver que cambia en el tiempo la imagen en base al deseo del otro porque es una imagen dinámica que depende de las pulsiones con el otro, algo muy importante; son pulsiones de vida y de muerte, las que hay en el sujeto. Freud ya habló de ello anteriormente en nuestro apartado dedicado a su concepción de la imagen y ahora debemos ver sobre todo la importancia de la imagen de base, algo original en Doltó o al menos interesante en relación a su visión psicoanalítica y científica del niño.
            Define ante todo narcisismo la psicoanalista como la mismidad de ser que va-deviene para cada cual según su sexo. El narcisismo primordial del niño constituye una intuición vivida del ser-en-el-mundo. Concuerda con la imagen dinámica en base a los instintos con el otro.
            Continúa diciendo que entre las imágenes de base, aparece primero una imagen respiratoria-olfativo-auditiva (cavum y tórax); es la imagen aérea. Le sigue una de base oral que comprende la zona bucal, faringo-laríngea, que, al cavum y al tórax, les asocia la imagen del vientre, la representación de lo lleno o vacío del estómago (hambre o saciado).
            La tercera es la imagen de base anal que añade el funcionamiento de retención o de expulsión de la parte inferior del tubo digestivo, y la masa circundante constituida por la pelvis, con una representación táctil de las heces y del perineo. Vemos la precisión de Doltó a la hora de definir lo que sea la imagen de base basada en funciones erógenas por las que las tres modalidades de imágenes están muy interrelacionadas y no se puede destejer su encadenamiento; básica, funcional y erógena solidificadas por la imagen dinámica.
La imagen del cuerpo de base de un niño fóbico y angustiado cuenta, por ejemplo, que hubo de ser erotizada hasta en la olfacción, bajo las faldas de su madre. Significantes de peligro en una época en que el Yo Ideal había efectuado una regresión hacia su madre, imagen de seguridad, habíasele quedado enquistado, con la forma de la amenaza para la imagen del cuerpo de base del niño. Creo que con este ejemplo podemos entender lo que queremos decir en cuanto a imagen de base con sus tres acepciones erógenas. Pero sobre todo podemos ver la relación ente todas las funciones erógenas, que son 3, en este ejemplo psicoanalítico. Las 3 peligraban en el niño.
            Se supone que mientras la imagen de base tiene una dimensión estática, la funcional es esténica de un sujeto que tiende al cumplimiento de su deseo (así se define lo esténico). Una niña fóbica describe por caso que pudo recobrar el uso de la prensión cuando le  dijo: <<Toma con tu boca de mano>>. Así, pues, como si hubiese <<engañado>>  la imagen táctil; la niña tomó un objeto y se lo llevó a la boca, cosa que no hacía desde hacía meses. Le devolvió una imagen funcional oral-anal de un niño de 20 meses. Es sorprendente el poder del inconsciente en este caso y que la imagen esténica esté relacionada con la prensión a través de un lenguaje inconsciente con el que consigue curar el trastorno de la niña. Ésta no era capaz de coger cosas por sí misma y llevárselas a la boca por miedo.
La imagen erógena está asociada a determinada imagen funcional del cuerpo, donde se focalizan placer o displacer erótico en relación con el otro, como antes con la niña y la capacidad de <<coger cosas para comer alimentos, por ejemplo>>. Tenía un trastorno la niña en relación a su concepción inconsciente de la imagen anal-oral y sólo el recordar su relación de su mano con su boca pudo introyectarle la relación simbólica entre una y otra. Estaba mal estructurada por el lenguaje.
La imagen dinámica es tensión de intención, expresa en cada uno el Siendo, llamando al Advenir: el sujeto con derecho a desear. Los niños cuando una imagen les interesa, hacen un pequeño remolino sintiéndose en estado deseante. Se conexiona tal tendencia con el narcisismo que va-deviene en el tiempo haciéndoles proyectar a los niños una determinada orientación sexual en el tiempo a partir de un modelo relacional que luego señalará Doltó. Se trata de un modelo simbólico fundamental para evitar los trastornos o enfermedades psicológicas y que orienta al niño al complejo de Edipo a través  de la ley simbólica o el complejo de castración. Es el marco de sus deseos que van-devienen en el tiempo y que conforman el Siendo llamando al Advenir, es decir, lo que se llama o se desea del otro.
Hay 2 tipos de imágenes dinámicas en esto: la oral y la anal que con respecto al deseo temporal pueden ser centrífugas o centrípetas. Por ejemplo, en el parto hay una imagen oral-anal dinámica expulsiva o centrífuga, y la imagen dinámica del cuerpo digestivo es centrípeta, en el sentido que va de la boca al ano. Vemos que con estos ejemplos se entiende lo que quiere decir en relación a la sexualidad y a la comida tanto en el niño como en la niña.
Las pruebas de las castraciones posibilitan la simbolización y contribuirán a modelar la imagen del cuerpo en la historia de sus reelaboraciones dinámicas que hemos visto en relación a la imagen oral-anal. La castración es la prohibición opuesta a una satisfacción buscada, de ello que la imagen se estructura  gracias a las emociones dolorosas articuladas al deseo. Se le llama castración simbolígena porque es la verbalización de la prohibición impuesta a determinada mira de su deseo, a condición de que el niño sepa que el adulto está tan marcado como él por la prohibición o castración oral o anal. De ahí el descontento del niño pero son las castraciones las que posibilitan el desarrollo sano del niño.
El niño privado del pecho en la castración oral, por ejemplo, erogeniza lo sutil de su madre, un simbolígeno del lenguaje(9), el placer de la succión. En lo sutil, el cruce de la voz de la madre con la de otras personas introduce al niño en relaciones nuevas. La separación del destete, en relación a su placer para el niño, es progresiva y la madre distribuye el placer que liga la boca al pecho en la tactilidad de otros objetos que el niño se mete en la boca, los cuales los nombra la madre introduciéndolo al niño en el lenguaje social. De forma que el lactante se ejercita en <<hablarse>> a sí, con lalaciones y modulaciones de sonoridad, como oyó a su madre cuando nombraba otros objetos o hablaba con otra personas. Es interesante este proceso y fundamental unido al otro.
La castración anal tiene dos acepciones. La primera se designa como un segundo destete, es la separación entre el niño, capaz de motricidad voluntaria, y la asistencia auxiliar de su madre para todo lo que constituye el <<hacer>>. La otra acepción es la prohibición de <<hacer>> a otro lo que no le gustaría que le hicieran a él. Es el acceso al decir que valoriza el comercio relacional entre las personas como dueñas de sus actos, y como placer recíproco y libre.
La castración anal denomina al funcionamiento esfinteriano voluntario y a su control, concerniendo a la conducta autónoma del niño respecto de sus necesidades. Es dada esta castración si los padres son respetuosos del niño, si dejan amplio margen a su iniciativa. Ya que, ante un fracaso, el niño necesita palabras que le expliquen su causa y lo reconcilien con su intención, <<desmagicizando>> el peligro que ha corrido. Dicha castración debe enseñar la diferencia entre lo que es su posesión y lo que es de otro, cuyo uso para él debe pasar por la palabra.
En la constitución de la imagen del cuerpo basado en estos dos procesos básicos y dinámicos, señala que las pulsiones escópicas ocupan un lugar muy modesto para la organización del narcisismo primario. El espejo va a aportar la apariencia de un otro desconocido, la imagen de un bebé como el sujeto ha podido ver otras en el espacio y que ignora como suya. Lacan decía algo diferente, que con la imagen reflejada en el espejo el sujeto se conformaba y formaba la historia de sus reelaboraciones personales.
Pero según la pediatra francesa el niño se siente cohesivo antes del estadio del espejo gracias a las referencias viscerales: por ejemplo, las sensaciones peristálticas de su tubo digestivo, en el cual siente el itinerario del objeto oral, señalando su estómago cuando ha encontrado buena la comida. Aquí encontramos un ejemplo de objeto parcial, como decíamos antes en referencia a la imagen dinámica de base oral y anal. Se trata ésta de una imagen centrípeta, de digestión que ya nombramos antes y que vuelve a reaparecer en Doltó. Vemos que no niega la teoría de Lacan sino que la supera y la adapta a los nuevos descubrimientos en relación con la pediatría en que investigaba esta estudiosa del psicoanálisis la cual trabajó junto a Lacan(10).
La castración primaria o no edípica, expresa después, es el descubrimiento de la diferencia sexual entre niñas y varones. Al suscitarse ese interés por los pechos y el pene, el niño se plantea la cuestión de la diferencia de formas entre el cuerpo de hombres y mujeres. Las palabras que expresan la conformidad de su sexo con un futuro de mujer o de hombre, proporcionan valor de lenguaje social a su sexo y al niño. En este momento, el padre y la madre son responsables en la concepción del crío porque todo infante, cuando pregunta <<¿El sexo, para qué sirve?>>, debe oír lo que constituye la fecundidad. Los padres deben hacerse cargo de estas respuestas sin vergüenza o represión moral o deberes imperativos tradicionales familiares. Hay que hacer frente al futuro del niño y pensar en la conformación de su imagen social de su yo concreto entre la multiplicidad de personas que probablemente sabrán o saben cuál es la respuesta a esa pregunta y que si no se la dicen sus padres, pues se la dirán en la calle quizás de la mala manera o no se la dirá nadie y ridiculizarán su imagen generándole posibles trastornos o vergüenza en sociedad. Tal vergüenza lo priva de muchas cosas con los demás para su desarrollo personal en un mundo tan complejo como el nuestro, podemos suponer, de forma que no sólo nos estamos refiriendo al sexo sino a las posibilidades de comunicación y de tratar otros asuntos que desconoce profundamente en su infancia en relación con el tema del sexo.
El conocimiento de la unión sexual permítele comprender al niño el sentido simbólico de la parentalidad de cuerpo, y la parentalidad social, la nominación por un patronímico legal en el Registro civil que lleva toda su vida. Es necesario aportarle precisiones sobre el apellido, sobre la familia del genitor, sobre las razones que llevaron a los padres a unirse... No verá claro el niño las relaciones familiares y los lazos afectivos entre sus miembros si no entiende lo que significa ser hijo de alguien porque no puede comprender cómo se unieron. Tampoco entenderá lo que es provenir de dos miembros como un tío y una tía o un abuelo y una abuela porque ignorará lo que es la fecundidad. Sólo las fantasías y los fantasmas llenarán este vacío sin establecer una imagen del yo coherente. Como le ocurrirá con el Registro civil y las relaciones nominales entre su nombre y los de la familia de procedencia que, aunque descritos por el Registro civil, no tendrá ni idea de lo que significan porque no se lo explican o si se lo explican, no lo entiende sin saber lo que es la unión sexual.
La manera en que el adulto responde a las preguntas del niño, entonces, determina la apertura de una inteligencia ligada a la ley social. Porque al momento en que han descubierto su pertenencia a un sexo ingresan al complejo de Edipo o de castración y la prohibición del incesto. El niño se somete a la ley social para obligarse a la exogamia por los padres. La imagen de su cuerpo debe ponerse, por ello, en concordancia con un cuerpo de una mujer o de un hombre para ajustarse a la ley. Es la teoría de Freud prolongada por una teoría de las zonas erógenas infantiles más especializada.
Lo importante para el complejo es ayudarlo a hacerse cargo de sí, es <<sostener el narcisismo del niño>>, su narcisismo primario, el gusto por la vida, y su narcisismo secundario, el interés por sí, como alguien que va-deviene adulto: tomando como modelos a las personas que conoce, sabiendo que hay en él un deseo que busca un modelo para hacerse adulto del sexo suyo(11).
Los efectos narcisísticos del choque del deseo con la ley de prohibición se denomina narcisismo secundario para estos casos de relación consigo mismo que el sujeto alcanza en su sexo. El neurótico reprime comprensiblemente las pulsiones de los estadios dinámicos de la imagen por la ley hasta aplastar con las pulsiones, que las representa la imagen del cuerpo, el deseo a medida que el niño crece en el tiempo. Constituye su sufrimiento y su dignidad mientras que para el psicótico no hay distinción entre fantasmatizar y pensar. Por eso hablamos antes <<del niño que no sabía lo que era la unión sexual de dos miembros familiares>>, algo preocupante desde el punto de vista psicoanalítico. Le impide pasar por la castración primaria y por supuesto por la secundaria.

5. Ídolos o imágenes ideales del yo en nuestra cultura.
Viendo que las teorías sobre el yo forman en el trío Freud-Lacan-Doltó una concepción orgánica, nos damos cuenta de lo inútil que resulta realizar una comparación de, por ejemplo, Doltó y Lacan como Guillerault en su libro Doltó, Lacan y el estadio del espejo. Porque ambos que emplea el autor son como 2 escalones de una misma escalera y no podemos hablar de Lacan sin hablar de Doltó ya que supone un paso más en la concepción de la imagen en el espejo aún más originario que el francés. Y sería como tener una escalera con escalones más profundos que se ausentan, porque a medida que la teoría se hace más compleja, desciende a escalones más sensibles para el psicoanálisis infantil que le sirve al autor para psicoanalizar las imágenes del inconsciente. Si Lacan se centra, por sus estudios médicos, pienso yo, en los primeros meses del niño, Doltó se desliza a aspectos erógenos todavía más pertinentes para el caso que permiten una mejor compresión de la imagen en el espejo del parisino.
Podemos, asimismo, informarnos de la situación de las imágenes del yo con cualquiera de los tres genios del psicoanálisis pero sin duda cada uno complementa al otro y compararlos o contrastar sus conceptos supone debilitar las teorías porque resultan incompletas dando una imagen total muy limitada. La escalera teórica es descendente desde el primero, Freud, a la última, Doltó, y supone una mayor atención de el individuo desde el estadio prehistórico personal con el complejo de Edipo, pasando por un estadio dialéctico a partir de una matriz simbólica, para acabar o empezar en el fondo en un estadio anal-oral que sufre castraciones simbolígenas que permiten subir la escalera o ascender a la sociedad para formar parte de las <<masas>>.
Creo que el concepto más interesante desde las tres teorías apuntadas sobre el yo es el de Freud de las masas en relación con el individuo. Hoy día la imagen social del individuo tiene mucha importancia desde en un político hasta en un artista pasando por un trabajador de un gran  centro comercial porque el éxito económico de una gran empresa o su éxito político o su fama son muy importantes para los individuos. Y hoy en día no nos movemos en sociedad sin grandes concentraciones de masas, asistimos a un mundo superpoblado (cerca de 7.000.000.000. de habitantes), de forma que es fácil pensar que los individuos busquen su protagonismo en sociedad haciendo valer su imagen personal, confundida con la profesional, para llamar la atención, incrementar el consumo, aumentar el número de votos a su partido o su candidatura, etc. Buscan armar escándalos y líos sociales de parejas y amorosos para la prensa rosa, el periódico, etc. Todos son productos de una imagen de un yo particular embebido en unas determinadas funciones erógenas que ve otras distintas en la sociedad y que quiere que los demás se acerquen a las suyas para su disfrute pulsional como, por ejemplo, con el dinero que se puede considerar producto de una imagen oral-anal, entre otras, pero sublimada.
La imagen, por ello, tiene unos intereses comúnmente económicos y las frustraciones o trastornos del yo suelen venir por  ruinas o malversaciones de caudales públicos o privados. También por explotación, contaminación, esclavización, insosteniblididad social, exceso de consumo estafando a los consumidores, etc. En definitiva, la libido sexual se suele ver sublimada en cuanto a pulsiones de muerte sobre todo por deseos de riqueza sin límites o de avaricia. Las comodidades y los cuidados de la imagen del yo son encaminados por estos derroteros decadentes que llevan a la crisis mundial. Las zonas erógenas se deslocalizan y los individuos tienen deseos desbordantes sobre la economía que les provocan psicosis o delirios crónicos (maníacos depresivos, etc.). Las imágenes que surgen de aquí son escalofriantes y buscan hacer mella en las masas a través del capitalismo financiero y la avaricia.
Una expresión, cambiando de tema, muy conocida de la imagen del yo es el sex symbol. Hay muchos en nuestra sociedad y se han dado muchos en el siglo XX  aunque ahora se han multiplicado por internet, la expansión del erotismo y la pornografía, etc. Tenemos desde Marilyn Monroe hasta Cristiano Ronaldo, pasando por músicos como Elvis Presley, actores de cine como Clark Gable, cantantes como Madonna,  etc. Hollywood, Playboy, los videoclips y sobre todo la pornografía con pornstars famosas de esta industria  son las que proporcionan las <<auténticas imágenes del yo>>.


Clark Gable. La imagen del yo que desprende este hombre puede ser, a través de películas como Lo que el viento se llevó, una imagen de elegancia, honor y respeto por las mujeres a través de un ideal tradicional de caballerosidad hacia el sexo contrario representado por ScarlettO´Hara (Vivien Leigh). Son todos estos <<ideales del yo>> modelos de personas sometidas a la ley.
 

Paul Newman. Ejemplo atractivo por sus películas y sus ojos azules.
 

 
Elvis Presley       
Fans de Elvis.
 Marilyn Monroe. Es una  actriz y modelo que protagonizó una de las escenas más repetidas de la historia del cine cuando se le levanta la falda enseñando sus piernas al estar situada sobre el respiradero del metro en la película La tentación vive arriba. Vemos que se trata de una <<sex symbol>> para los amantes del cine y como un icono cultural del S. XX que desprende una imagen de sí misma atractiva y seductora, que casi parece que no superó el complejo de Edipo o en su caso el de Electra por la capacidad que tiene para conquistar a los hombres en las películas. Muestra una imagen de sí misma atrevida e ingenua que atrapa a los hombres como Tony Curtis en Con faldas y a lo loco progresivamente y a medida que las circunstancias los van acercando más por el interés de la mujer. Su yo es imponente con respecto a otras actrices y sus ideales.
 
Garganta profunda (Deep Throat) es el film pornográfico mas influyente de la historia, fue exhibida en todo tipo de salas de cine y fue una película extremadamente rentable. Es de 1972 y cuenta la historia de una felación de la protagonista, Linda Lovelace, que le traerá una satisfacción sexual plena en su vida. Todo el problema del drama de la película gira en torno a que la protagonista no llegaba al orgasmo y el sexólogo al que consulta le dice que por una mutación genética tenía el clítoris en la garganta(12). Como vemos, la imagen dinámica oral-anal tiene aquí mucha relevancia para su yo y la hace salir de una crisis de su imagen personal a través de relaciones sexuales que le traerán el bienestar o que satisfarán sus pulsiones más inconscientes y confundidas o ignoradas. Esto prueba la importancia de la pornografía para las imágenes del yo y su formación, además de la relevancia de las pornstar en referencia a la infancia y al cuidado de las zonas erógenas del niño, como de los adultos.
La razón de esta afirmación es que una película porno muestra los auténticos límites del yo y sus imágenes, la base de sus zonas erógenas con sus funciones y la intrascendencia de las relaciones humanas que dependen de las pulsiones por el otro, es decir, aquél que soporta nuestros deseos. Nos desarrollamos socialmente a través de la masturbación, el sexo en pareja, etc. fundamentando en el otro nuestra imagen basada en sueños y fantasías que nos acucian desde nuestra infancia, en el momento en que somos cuidados por nuestra madre nutricia.
Es verdad que la pornografía se mezcla con el sadomasoquismo y la violencia sexual hoy sobre todo respecto de las zonas erógenas y las mujeres con las que suelen ser machistas pero una imagen sana, que entiende la intención de este arte, ve la belleza de las relaciones sexuales explícitas y el respeto o el reconocimientos de las zonas erógenas sean o no maltratadas. Con estas se construye nuestra imagen en comunicación con el otro tratando de valorar con justicia la pornografía, termómetro que mide la libertad de expresión de un país y de los individuos en su comunidad o familia.
La libido objetal y sexual del niño, por otro lado, en realidad forman una única libido que es la del sexo y que se puede mezclar con intereses fundamentalmente económicos pues el sexo por sí mismo no es nada si no se mezcla con otros tipos de deseos no sexuales. Esto se debe a que todos los deseos son convencionales y no podemos elevar a la sexualidad humana por encima del resto de impulsos en el hombre natural y social. Todos los deseos o las características de su libido son iguales desde su más tierna infancia y puede hacer prevalecer unos instintos más sexuales o menos, o más artísticos o menos, dependiendo del observador y de lo que el niño pobremente aún exprese o quiera alegremente expresar o tristemente. Pero lo que no podemos hacer es ver siempre una dualidad entre dos tipos de pulsiones porque es insuficiente, sino que vemos en el psicoanálisis o fuera del mismo, deseos libidinosos de todo tipo.
Así, pues, el complejo de castración no se sostiene sino que hay que hablar, más allá de las privaciones para la orientación heterosexual del niño, de encauzamientos homosexuales del género o transexuales. La condición sexual es múltiple y muy heterogénea, de forma que el complejo de Edipo ha de ampliarse y no hablar sólo de represiones pulsionales por los padres sino también de reforzamientos de deseos de los niños que los llevan por unos caminos negándoles el paso por otros. Las influencias contextuales de los intereses, aficiones de los padres por la música, el cine; los abuelos a través de los padres con sus hábitos y deseos también tienen mucha influencia sobre el hijo y le influyen a la hora de tomar una cierta orientación sexual. Todo esto pertenece a su contexto personal como se ve en el caso del primer niño que pone Doltó de ejemplo sobre el que a través de un dibujo muestra un drama familiar inconsciente. Demuestra intereses de asesinato del hermano mayor del padre hacia otro menor, que el niño dibuja a través de un rayo que obviamente puede representar a tal hermano asesino por la herencia del abuelo. 
Aquí, en este ejemplo, no sólo se ven intereses sexuales en juego sino también, por lo menos, económicos, de riqueza y son opciones entre infinitas posibles por la amplitud de deseos  a disposición de los individuos, de forma que el sexo y la economía son dos opciones, quizás las más comunes. Pero podemos ver aquí en este dibujo quizás deseos inconscientes sobre el arte de los padres porque acaso sean pintores o un imaginario deportivo por la influencia que pretende ejercer el padre sobre el hijo para que llegue a ser un gran deportista, etc. Todo depende del contexto y de las personas en el análisis o diálogo psicoanalítico con el paciente y el psicoanalista, o en nuestra vida cotidiana en relación con el inconsciente y la vida.
Se trata de sacar el psicoanálisis de la influencia decisiva del sexo y las pulsiones sexuales para acercarlo a todos los campos posibles existentes hoy día en la cultura en relación con la familia y la relación padre-madre con hijo o madre con hijo o padre con hijo, etc. Además, la familia es un concepto muy diluido y no se distingue con precisión lo que es tal pues cada vez las relaciones conyugales son más pasajeras y el divorcio está a la orden del día sin dar tiempo a “un complejo de Edipo” (en sentido tradicional).
Las pulsiones y deseos de los niños se forman en sociedad y no hay un paso del grupo familiar tan decisivo al social sino que cada vez los límites entre ambos están cada vez más diluidos, de forma que cada vez el niño es criado más por la sociedad y menos por sus padres, cambiando el concepto de Edipo. Recordemos la película del Show de Truman donde el protagonista, Jim Carrey, como Truman Burbank vive su vida dentro de un programa de televisión similar a Gran Hermano, controlado por el padre, Chistof (Ed Harris). En tal programa llamado El Show de Truman es criado el hijo, Burbank, en una vida falsa con falsas identidades a su alrededor en las que reflejarse. El programa es contemplado por todo el mundo las 24 horas del día. Su comportamiento de Truman acaba dando un giro radical cuando se da cuenta de los actores cuya perspectiva está centrada en él para hacerle creer que vive en un mundo real pero en realidad son actores contratados por el padre: sus “padres” en su ambiente artificial, su novia, etc. Y el desea salir de esa “pública realidad” aunque el padre le dice que no encontrará un mundo mejor fuera de Seahaven, tal y como se llama el mundo aislado construido por el padre para su hijo de carácter tecnológico.
Los padres con hijos son cada vez más jóvenes (en número) y casi el complejo de Edipo no ha sido totalmente asumido por ellos cuando tienen hijos con una edad muy temprana. Esto puede parecer una exageración pero me refiero aque prontamente los niños están empeñados en tener hijos o accidentalmente e quedan embarazadas las niñas (Palíndromo, como película, representa estas escenas). Además, se encargan de ellos, de los hijos de los jóvenes, los abuelos, de forma que casi parecen dos hijos más de éstos y no dos nietos. Podría parecer incluso que el complejo de Edipo se lo da el abuelo en lugar del padre. Además, los padres jóvenes suelen convivir con los abuelos por la precocidad del embarazo y la tenencia de hijos bastante tiempo, de modo que las influencias son múltiples y muy heterogéneas. Y suelen separarse con bastante rapidez, así pues, los problemas son mayores para el hijo y la relación de éste con los padres, además de la formación de su yo del infante en conexión con las “castraciones” que recibe de sus cuidadores.
Todo lo dicho amplía tremendamente las perspectivas  del psicoanálisis o son hechos verídicos a los que hay que prestar atención por las grandes concentraciones de masas en ciudades y poblaciones. La libertad y los medios sexuales se han potenciado mucho con el preservativo, otros anticonceptivos, la publicidad con motivos sexuales, la pornografía,…
El sexo se ha vulgarizado bastante y se han expandido las posibilidades de relación entre los individuos por el nuevo universo tecnológico: las redes informáticas, el chat, la pornografía infantil ilegal, las actrices y actores porno que se toman por los medios y los individuos como ideales, los famosos y sus relaciones o líos matrimoniales e hijos ilegítimos, etc.
Hay un mundo en relación con el sexo y toda una industria que mueve millones de dólares o de euros porque se une también a la otra gran industria que es la de las drogas y el consumo de estupefacientes. Son dos mundos muy entrelazados con prostíbulos, importación de trabajadoras sexuales extranjeras, mafias, etc. Ambos mundos se superponen y benefician dando lugar a la imagen del yo de nuestro días en las masas con sus respectivos trastornos y neurosis. Pero no estamos diciendo que sean las únicas relaciones posibles entre el sexo y las  drogas sino que afectan a otras industrias como la política.
Con la política, el sexo, las mafias y los prostíbulos surge ya la imagen fundamental del yo de las cloacas del inconsciente más reprimido porque el yo se establece en un conjunto de interrelaciones globales que le hacen pertenecer a un sistema de comunicaciones no sólo lingüístico, amplísimo. La infinitud de perspectivas y de miradas que inundan el entorno de un niño en cualquier gran ciudad o pueblo concentrado son infinitas y el individuo ha de adaptarse a una red de relaciones a las que no hace otra cosa que someterse y vivir sumisamente. Obedece engañosamente a las autoridades, como todo el mundo, basado en un cinismo social incongruente con los modos de vida reales de los individuos. Así pues, parecen que tienen esquizofrenia o personalidad múltiple manteniendo diversas relaciones  totalmente dispares y contrarias con su entorno y los individuos que lo rodean: familiares, padres, madres, etc.
No hay sólo pulsiones de vida y de muerte, además, el lenguaje no sólo aborda la imagen inconsciente del yo sino que éste está plagado de diversa formas de comunicación, entre ellas, la artísticas, una de las fundamentales y más comunes para analizar un yo, pero también otras como la creatividad en el deporte, la astucia ante un juego de mesa como el ajedrez, o los videojuegos que complementan la imagen del yo sin apenas lenguaje. Emplean imágenes, actos, gestos, miradas, concentración visual de una partida, etc.
Las pulsiones se unifican, tanto las del narcisismo primario como las que se unen después del complejo de Edipo, en una sola múltiple o infinita dominada por todo lo que le advenga al sujeto infantil con sus padres o en sociedad, pues los límites son muy difusos. Puede ser sexual o artística, centrada en sentimientos creativos inconscientes, o expresar sentimientos naturales de interés por la naturaleza y la observación de fenómenos, o por el juego con  las tecnologías y su manipulación, etc. Siempre es gradual la pulsión y circunstancial, así que se pueden interpretar de una manera o de otra en relación a la imagen personal de cada uno.
Todas las pulsiones tienen obviamente un desarrollo progresivo en la vida del individuo, sin dualidad prefijada de antemano, más relacionadas con la vida o con la muerte y que empiezan a desarrollarse desde un momento incipiente de nacimiento en relación con los que lo rodean y su influencia. Incluso ya antes de nacer el niño está recibiendo influencia de su entorno y la madre (emociones, hábitos de ésta, etc.).
Por lo que, en conclusión, lo que se concluye desde todas estas perspectivas es un acercamiento del psicoanálisis a la vida social y una emancipación de éste de la clínica porque  en sociedad el análisis también es pertinente fuera de un negocio pasivo e independiente. Se busca sumergir al psicoanalista en la inmensidad de la cultura social, con su inmensidad de relaciones más allá de la expresión del sexo en última instancia en el sujeto para que se amplíen las fronteras <<tradicionales>> del psicoanálisis y se integre en sociedad entre las grandes masas de personas, en lo público. A fin de hacer esta doctrina frente, por el especialista, a los trastornos y a la multiplicidad de imágenes del yo de la población para  solucionar problemas personales y sociales de todo tipo. Se tomaría entonces al sexo como un aspecto más en sociedad. Y sería el psicoanálisis algo útil para la sociedad en su conjunto.
 


Notas:

1. Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Edición electrónica. Traducción de Luis López Ballesteros. Cap. VII, pp. 10-22. El libro es descargable en la dirección: http://www.elortiba.org/pdf/freud_masas.pdf

2. Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Edición electrónica. Traducción de Luis López Ballesteros. Cap. XI, pp. 31-34. Dirección: http://www.elortiba.org/pdf/freud_masas.pdf

3. LACAN, Jacques. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos 1. pp. 1-5. Versión online: http://es.scribd.com/doc/6833334/Lacan-Jacques-El-Estadio-Del-Espejo-Como-Formador

4. Walt Disney. Blancanieves y los siete enanitos. Adaptación de Cécile Lameunière. Traducción de Geneviève Naud. Ediciones Gaviota, s.a. Madrid: España, 1987. P.4.

5. Walt Disney. Blancanieves y los siete enanitos. Adaptación de Cécile Lameunière. Traducción de Geneviève Naud. Ediciones Gaviota, s.a. Madrid: España, 1987. P.13

6. Hemos tomado la definición que creemos más común o intuitiva de paranoia tomada de la Wikipedia en el articulo Paranoia de Enrique González Duro. Dirección del artículo: http://es.wikipedia.org/wiki/Paranoia
Una definición más rigurosa compatible con esta es la que da Foucault en su sintomatología general de Enfermedad mental y personalidad. Habla de la paranoia diciendo que consiste en que “sobre una base de exaltación apasionada (orgullo, celos) y de hiperactividad psicológica se desarrolla un delirio sistematizado, coherente, sin alucinaciones, que cristaliza en una unidad pseudológica de temas de grandeza, de persecución y de reivindicación” FOUCAULT. Michel. Enfermedad mental y personalidad. Paidós: Barcelona, 2010, p. 13.

7. DOLTÓ, Françoise. La imagen inconsciente del cuerpo. Barcelona: Paidós, 1986. pp. 9-166.

8. Se negaba a leer, según dice Doltó, y escribía la A en todas direcciones.

9. Y el lenguaje simboliza ya la castración del nacimiento que se llama umbilical porque este lenguaje golpeará el oído del bebé al capricho de las sílabas sonoras que encarnarán un modo de ser narcisístico primero. Es primigenia esta castración y muy sensible.


11. Al niño el padre le prohíbe por el complejo edípico sexualmente a su madre y sus hermanas y a la niña su madre la inhibe de su padre y sus hermanos. Tal es la ley del padre o de la madre. Ya lo sabemos del psicólogo judío.

12. Artículo Garganta profunda (película) de Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Garganta_profunda_%28pel%C3%ADcula%29

Bibliografía:

1. Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Edición electrónica. Traducción de Luis López Ballesteros. Cap. VII, pp. 10-22. El libro es descargable en la dirección: http://www.elortiba.org/pdf/freud_masas.pdf

2.. Walt Disney. Blancanieves y los siete enanitos. Adaptación de Cécile Lameunière. Traducción de Geneviève Naud. Ediciones Gaviota, s.a. Madrid: España, 1987.

3.. LACAN, Jacques. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je)
tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos I, texto de 1966. Texto virtual: http://es.scribd.com/doc/7118255/Lacan-El-estadio-del-espejo-como-formador-de-la-funcion-del-yo.

4.. Dolto, Françoise. La imagen inconsciente del cuerpo. Barcelona: Paidós, 1986.

5. FOUCAULT. Michel. Enfermedad mental y personalidad. Paidós: Barcelona, 2010.

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